Se ha ido el prócer de blues rock británico

John Mayall se ha ido con 90 años y dejando huérfanos a toda una generación de señores mayores que crecieron en la Inglaterra de los sesenta deleitándose con sus enormes discos. Sí, sin él no sería posible entender la escena londinense de los sesenta, que se dividía entre los que descubrieron el blues gracias a Mayall –y a su mentor, Alexis Korner– y los que bailoteaban en los clubes el soul más vibrante, que acabarían germinando como lo mod y su circunstancia. No está de más recordar que en Liverpool andaban con el Merseybeat, mucho más influenciado por el rock and roll y que, además de los Beatles, hubo una potente escena.

Tras algunos singles que no concitaron demasiada atención, John Mayall reclutó a Eric Clapton, que había salido escopeteado y con las cajas destempladas de los Yardbirds cuando estos decidieron abandonar el blues purista para abrazar el pop. Mano Lenta se planteó entonces abandonar la música, pero Mayall lo acogió en su casa y le convenció para que siguiera tocando. La inabarcable colección de discos de Mayall espoleó a Clapton. En un emotivo vídeo de despedida, el guitarrista ha reconocido que toda su técnica vino de esos meses en los que el prócer del blues británico ejerció prácticamente de padre adoptivo.

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Juntos grabaron ese mítico disco fundacional de los Bluesbreakers (sí, ya sé que hay uno previo en directo con Roger Dean a la guitarra solista), que vio la luz en julio de 1966: una obra maestra que no debería faltar en ningún hogar donde se ame el ROCK. Sí, así, ¡con mayúsculas! Su estancia fue breve pero intensa, aunque la forma de abandonar a la banda para montar Cream no fue demasiado elegante. John Mayall se lo acabó perdonando y en cualquier caso fue una experiencia que le vendría bien para ir curtiendose de cara a los abandonos que vendrían poco después: Peter Green y Mick Taylor. Con el primero registró el también imprescindible “A Hard Road” (editado en febrero de 1967), pero Green se llevó con él a la base rítmica de los Bluesbreakers (John McVie y Mick Fleetwood) para fundar los seminales Fleetwood Mac y Mayall tuvo que empezar desde cero.

Mick Taylor entró rondando los 18 años y afortunadamente aguantó un poco más en el seno de la banda, el tiempo suficiente para cerrar esa trilogía mágica con “Crusade” (editado en septiembre de 1967). También grabó los muy recomendables “Bare Wires” (1968) y “Blues From Laurel Canyon” (1968), aunque bien sabido es que en 1969 fue reclutado por los Rolling Stones para sustituir a Brian Jones, poco antes de que éste falleciera.

Me he saltado ese “Blues Alone” que registró Mayall sólo con la ayuda del baterista Keef Hartley antes del aterrizaje de Taylor, pero que fue editado después de “Crusade”. El traslado a Los Angeles de John Mayall en 1970 no frenó su inquietud, pero se tomó las cosas de otro modo y también amplió sus miras hacia el jazz, un terreno que le era bien conocido, pero con el no se había prodigado demasiado desde sus primeros pinitos como músico en la segunda mitad de los 50. El álbum en directo “Jazz Blues Fussion” (1972) quizá sea otro de los picos de la carrera del músico británico.

Nuestro homenaje termina aquí, porque necesitaríamos echar unos cuantos días completos si pretendiéramos glosar toda la carrera de este bluesman, un multiinstrumentista que bien podría ser considerado el padrino del blues británico y que siempre ha gozado de más prestigio que fama. Los focos no le quitaban en absoluto el sueño y por eso ha seguido tocando sin descanso hasta poco antes de su fallecimiento.

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