¡Joder, qué fiestón! Ése es el resumen de lo acontecido el 5 de septiembre de 2024 en la sala El Sol de Madrid, donde se celebró (¡con sold out!) el 15º aniversario de Folc Records. Vamos a decirlo sin pudor: uno de los sellos más molones del underground patrio, sinónimo de calidad y buen rollo… ¡Y con unos precios muy contenidos! Supongo que estas palabras pueden sonar a publirreportaje, pero me da igual. Sinceramente. Son muchos años admirando y queriendo a “los gemelos”. Su apostolado rocanrolero sólo es comparable con el que hacen hacia la morcilla, callos y torreznos. Cierto es que echamos mucho de menos a Antonio por el foro, pero Gerardo se biloca y lo mismo te pincha en la Fun House que se pone ahora a grabar vídeos de los vinilos que le molan, de su sello o de donde sea.

Pero no olvidemos que Folc Records es mucho más que una disquera y que su labor como promotores es imprescindible y gracias a ellos estamos disfrutando de bandas tan tremendas como MFC Chicken, The Courettes y… ¡el año pasado nos trajeron a NRBQ! Así que su fiestón no podía ser menor y gozamos de los tremebundos Daddy Long Legs y los Gories. Dado el tirón que tienen los neoyorquinos cabía preguntarse por quiénes serían los encargados de abrir y la duda se resolvió en cuanto arrancó la fiesta:

Pocas bandas te puedes encontrar en este momento con un directo tan potente y contagioso a la vez. Tener a Brian Hurd al frente es una garantía de solvencia y diversión; ya sea cantando, con la armónica o el resonador.

El baquetear (maracas incluidas) de Josh Styles y la guitarra de Murat Akturk son el complemento perfecto para lograr ese sonido tan familiar como único, por contradictorio que parezca. Y la adición de un teclista les convierte en cuarteto y, por tanto, más cercanos a esos originales Daddy Long Legs: esos cuatro hippies que se negaron a ir a la guerra de Vietnam y arrancaron su carrera musical en Inglaterra.

Obviamente lo de “nuestros” Daddy Long Legs tiene poco que ver con ellos en lo musical y está arraigado en el rock and roll de Sun Records y en el blues salvaje de algunos de nuestros héroes; pero (afortunadamente) también han sido permeables a muchas cosas que vinieron después y que también les han influido, como MC5 o los Groovies, a los que por cierto versionan.

Con el ambiente ya muy caldeado, los Gories saltaron al escenario y se desató la locura.

Su primitivo blues punk garagero no está hecho para los amantes de las sutilezas y al final del bolo un tipo me abordó, básicamente para darse la satisfacción de decirme lo que pensaba: que el concierto le había parecido una mierda y que eso que hacía Mick Collins no era tocar la guitarra (WTF!!??). En fin, a sus más de 60 tacos nadie va a enseñar a tocar la guitarra a este tiarrón, que si toca así es porque quiere tocar exactamente así. Obviamente sabe hacer otras cosas con las seis cuerdas y lo ha demostrado sobradamente con Dirt Bombs, por ejemplo; pero me parece magnífico (y necesario) que cuando toca con los Gories se mantenga fiel a la esencia que destilaban hace 40 años. Igual que me parece maravillosa la burricie de Dan Kroha y el crudo baquetear minimalista de Peggy O’Neill.

¡VIVA FOLC RECORDS! Y a por otros 15…