Supongo que para la mayoría Jack Russell sólo será una raza de perro, pero para aquellos que vivimos a tope el hard rock en la segunda mitad de los ochenta era el cantante de Great White y nos ha dejado este jueves. Jack anunció en julio que dejaba la música porque su enfermedad (demencia por cuerpos de Lewy) ya no le permitía estar a la altura de lo que “los fans merecían”.

Sí, es posible que en los libros de historia de la música no sean más que un apunte a pie de página, una banda de segunda fila –o quizá de tercera– que nunca llegó a triunfar. Sus singles no escalaron demasiado por las listas de éxitos y su vídeo más visto en la MTV probablemente fue su atinada versión del “Once Bitten Twice Shy” de Ian Hunter. Pero ya le hubiera gustado a muchos haber obtenido 3 álbumes de platino: el primero por su tercer álbum “Once Bitten” (1987) y los otros dos por su sucesor, “…Twice Shy” (1989). Con el notable “Hooked” (1991) –probablemente mi favorito– sólo llegaron al oro, porque el nirvanazo ejecutó implacable darwinismo con las bandas de la escena de Los Angeles.

Una pena, porque Great White estuvieron en todo el sarao del pelo cardado de Sunset Boulevard, codeándose con Mötley Crüe desde el comienzo; pero ni tenían la misma madera ni tampoco gozaron de ese imprescindible golpe de suerte en el momento adecuado. Su primer álbum se editó en 1983, pero tuvieron que esperar al empujón que Guns N’ Roses en 1987 para saborear –breve y moderadamente– las mieles del éxito. Estaban un poco en terreno de nadie, porque no eran tan sucios como Slash y compañía, pero tampoco tan glammys como Poison, por ejemplo.

La relación del cantante con el guitarrista Mark Kendall siempre fue de ida y vuelta, desde el principio. De hecho, cuando Russell entró en prisión a finales de los setenta no tardó en ser reemplazado y a su salida tuvo que ganarse la plaza de nuevo en una audición. A finales de los 90 partieron peras y Jack Russell arrancó una poco exitosa carrera en solitario, por lo que empezó a actuar como Jack Russell’s Great White. En 2003 Kendall –que previamente había disuelto la formación oficial– acabó sumándose a Russell y poco después vivieron su momento más duro cuando en uno de los conciertos fallecieron un centenar de personas por culpa de un incendio provocado por la pirotecnia. En 2006 se volvieron a separar sus caminos y los acercamientos posteriores no acabaron de fructificar del todo por culpa del continuo problema de Russell con las adicciones. De hecho su encarcelamiento a finales de los 70 se debió por asaltar la casa de un camello, al que hirió, para robarle droga.

Desde aquí nuestro adiós con uno de sus vídeos más memorables