Me he tomado el café con los sentidos posts en facebook de dos tipos que aprecio y admiro: Jose Luis Carnes y Andrés Martínez –redactor de Ruta 66 y voraz amante del rock– que en muy pocas líneas resumen con precisión de cirujano lo que para muchos supuso la vida de Kris Kristofferson:

“Esta ha dolido. Kristofferson murió el sábado. Cantó que "hay algo en los domingos que hacen que te sientas solo", en la más emocionante canción de resaca jamás escrita. Y ayer, sin saberlo, estábamos un poco más solos; se había ido el outlaw amable, la leyenda de esos fraseos de inconfundible cadencia e historias corrientes, un gigante de la CANCIÓN americana con mayúsculas.
Gracias Kris. Saluda al diablo de lengua plateada. Ha muerto una estrella. R.I.P.”, comentaba el capo de Mad Note Co.

Andrés escribió: “Lo conocí por primera vez como actor, y de manera aplastante. Él era quien lideraba aquella tropa de camioneros renegados en la peli “Convoy” y, ya entonces siendo un crío, me pareció el tipo más cool del mundo. Luego, muchos años más tarde, descubrí su música y la adoración ya fue completa. Esta pérdida es de las que duelen de manera especial, Kris Kristofferson se ha ido e inevitablemente el mundo es un lugar mucho más triste hoy. Que vaya bien el viaje al otro lado maestro, nos queda tu  incalculable legado”.

El actor y el músico, las dos caras más conocidas de este titán. Pero podríamos hablar también del capitán del ejército, del piloto, del poeta, del profesor de literatura, del boxeador, del estudiante brillante, del compositor profesional… Él fue todo eso y mucho más; un gran tipo que supo granjearse la amistad y el cariño de grandes y de pequeños. De hecho, Lukas Nelson ha escrito en sus redes sociales: “Kris me ayudó a creer en mí mismo como compositor cuando era un niño. Aparte de mi padre, él fue mi mayor inspiración. Encarnó la humildad y la amabilidad, y transmitió su gracia a sus palabras y música con una elocuencia única”.

Obviamente las muestras de cariño se han sucedido: “Qué gran pérdida, qué gran escritor, qué gran actor, qué gran amigo. Siempre te amaré”, ha afirmado Dolly Parton. Y su compañera en la tercera versión del clásico de Hollywood “Ha nacido una estrella”, Brabra Streisand, ha escrito: “La primera vez que vi a Kris actuando en el club Troubadour de Los Ángeles, supe que era algo especial. Descalzo y tocando la guitarra, parecía la elección perfecta para un guión que estaba desarrollando, que finalmente se convirtió en “A Star Is Born”. Para mi último concierto en 2019, en Hyde Park, le pedí que se uniera a mí en el escenario para cantar nuestro otro dueto de A Star Is Born, ‘Lost Inside Of You’. Estuvo tan encantador como siempre y el público lo colmó de aplausos. Fue una alegría verlo recibir el reconocimiento y el amor que tanto se merecía”.

Los aficionados lo encuadran como uno de los grandes del country Outlaw junto a Willie Nelson, Johnny Cash y Waylon Jennings, los que rompieron la baraja y la férrea disciplina de las editoriales y las discográficas de Nashville y junto a los que se unió en los ochenta bajo el nombre de los Highwaymen.

Pero el gran público de nuestro país probablemente ni siquiera sepa que Kris Kristofferson fue el autor de “Me And Bobby McGee”, uno de los últimos éxitos –y número uno a título póstumo– de Janis Joplin. Una canción que, por cierto, primero había grabado Roger Miller y posteriormente lo harían Gordon Lightfoot, Loretta Lynn, Jerry Lee Lewis y el propio autor entre otros.

Una de sus últimas apariciones en público fue cuando recibió en nombre de Jerry Lee Lewis el galardón que acreditaba su (tardío) ingreso en el Salón de la Fama del Country. Posteriormente se le vio entregándoselo en el dormitorio al postrado icono del rock and roll pocos días antes de su muerte.

D.E.P., Kris Kristofferson