New York no fue un lugar amable en los 70. El sueño americano yacía hecho añicos por sus sucias y devastadoras calles, llenas de mugre, violencia callejera y drogas. Sin embargo, tal y como contó Lou Reed en su disco "Transformer", aquel peligroso ecosistema fue el caldo de cultivo de una ciudad que burbujeaba irreverencia e inconformismo nihilista.

Aquello que contó Reed ya desde los tiempos de la Velvet Underground, regado con la actitud de los New York Dolls, el hard rock de Kiss, y la revolución que vino de Detroit --con Stooges y MC5-- sirvió de coctelera para que 4 ratas de alcantarilla (a saber: Andy Shernoff, Scott "Top Ten" Kempner, Ross "The Boss" Friedman y Stu "Boy" King) unieran fuerzas con su amigo y arma secreta "Handsome" Dick Manitoba, formando una de las bandas seminales de aquella jungla, como fueron The Dictators.

El 28 de marzo de 1975 se publicó "The Dictators go Girl Crazy!", debut discográfico de la banda, y el primer disco de lo que podríamos llamar Punk (tal es así, que fue ese disco el que inspiró la creación, por parte de Legs McNeil, de la revista que daría nombre al movimiento).

Editado por Epic Records, y producido por Sandy Pearlman de Blue Öyster Cult, el disco se compone de 9 pildorazos de High Energy Rock n' Roll tamizado con Heavy Metal, que suponen un puñetazo sonoro que sirvió como pistoletazo de salida de un género, y el punto de inspiración de cientos de bandas desde entonces.

Curiosamente, meses después, otro grupo de jóvenes desarraigados, noctámbulos y juerguistas, habituales de los conciertos de The Dictators en clubs mugrientos como el Max's Kansas City, darían forma al programa más punk de la televisión: el Saturday Night Live. Pero eso es otra historia.

DICTATORS FOREVER, FOREVER DICTATORS!!!

Marcos Sánchez