Es posible que no lo sepan, pero no creo que haya demasiada gente que no haya sido expuesta en alguna ocasión a las canciones de Eric Carmen, aunque sólo sea por haber visto películas como “Dirty Dancing” o “Footlose”. Allí pudieron disfrutar del potencial comercial de las composiciones de este grande de la historia del rock que nos ha dejado a los 74 años de edad y su esposa se ha limitado a decir que «Nuestro querido y talentoso Eric murió mientras dormía durante el fin de semana. Le produjo una gran alegría saber que, durante décadas, su música ha emocionado a tantas personas, y ese será su perpetuo legado. Por favor, respeten la privacidad de la familia mientras lamentamos nuestra enorme pérdida», sin especificar la causa del fallecimiento.

Sin desmerecer el éxito de las canciones mencionadas, no somos pocos los que preferimos la etapa previa a su carrera en solitario —quizá demasiado almibarada—, la que protagonizó al frente de los Raspberries a principios de los setenta. En sus cuatro imprescindibles álbumes alternó vibrantes canciones —que ayudarían a cimentar el despegue el power pop— con otras mucho más relajadas, medios tiempos y baladas que marcarían el devenir de su carrera una vez disuelta la banda de Ohio.

Descanse en paz…

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