Sarria ofreció el pasado domingo un tremendo concierto en Madrid. Se trataba de presentar su último trabajo, «El mundo es cruel (pero creo en él)», con el que ha ampliado su espectro sonoro más allá de ese rock clásico que exhibió en su debut. Destacaba la presencia de algunas nuevas composiciones con gancho comercial, bien entendido, en las que los sintetizadores y ritmos bailables cobran especial protagonismo.

Faltaba saber cómo respondería el público un domingo, pero la sala El Sol se llenó —incluso con gente llegada desde distintos puntos de nuestra geografía— y Nacho no pudo ocultar su felicidad en varios momentos del concierto. No tardó en sonar “Gitana”, una de las canciones que hace unos años nos hizo entender que, más allá de talentoso, Nacho Sarria es un tipo especial…

Uno de los grandes momentos fue su castellanizada versión de los Beatles, You’ve Got To Hide Your Love Away, una de las bandas de su vida. Evidentemente también lo son Led Zeppelin, algo que no disimula ni en «Esperando al sol» (codazo-codazo, guiño-guiño): le delata su planta sobre el escenario, porque apostaría que creció viendo «The Song Remains The Same». De hecho había momentos en que, al acercarse a Alejandro y su Les Paul, había una directa conexión con el Madison Square Garden. Por cierto, ¡menudo solo se cascó! Pero es que el resto de la banda no se quedó atrás… ¡Qué buenos son, joder!

Y en un santiamén nos plantamos en el bis… Tocaron por vez primera la canción que da título al álbum y logró una emocionante comunión con el público, que acabó cantando a coro con la banda, sin micrófonos, sin otro acompañamiento que la acústica de Nacho, que estaba sobrecogido por la entusiasta acogida. Fue inevitable reparar en la ironía (o más bien terrible sarcasmo) de que estábamos cantando “El mundo es cruel (pero creo en él)”, pocas horas después de una nueva escalada de las hostilidades en Oriente Próximo. Yo, desgraciadamente, NO CREO EN ÉL… Y es que siempre se ha dicho que un pesimista es un optimista con experiencia…

Pero sigamos con la música y con el subidón de Nacho, que con «A tu vera» no pudo evitar bajar del escenario e ir abrazando al público.

Si existiera la justicia en el negocio de la música este malagueño llegaría bien lejos. Ojalá que así sea.