El reputado Steve Albini ha fallecido a los 61 años por culpa de un fulminante infarto. Es imposible permanecer indiferente. Él estuvo a los mandos de algunos de los discos capitales de nuestro crecimiento. Un desarrollo por supuesto a nivel musical, pero también en lo personal. Y es que lo que sufrimos y consumimos nos va dando forma, es inevitable… Traumas; amor y odio; estudios reglados; éxito y fracaso; películas y libros; cómics y discos; la comida que ingerimos… Todo, TODO nos afecta, para bien y para mal.

Sí, el trabajo de Steve Albini entró en nuestros cuerpos, pero no sólo por los oídos. Su ética de trabajo y su integridad no abunda y nos enseñó que hay otro camino, aunque no sea sencillo seguirlo. No es nada habitual encontrarte con alguien que de entrada rechaza unos potenciales y pingües royalties por “In Utero”. Y enterarte de eso a los veintipocos te marca y te hace plantearte muchas cosas. Demasiadas. Era un tipo íntegro y de unos años a esta parte andaba enfrascado en una particular lucha contra Spotify, o más bien contra lo que significaban. Aunque fuera consciente de la pérdida de visibilidad (y también económica) que ello suponía.

Y en lo musical, ya sea como ingeniero o productor (un término que a él no acababa de gustarle), lo hemos escuchado mucho más de lo que recordamos e incluso imaginamos. Sí, atención a esta lista: Urge Overkill, Pixies, The Jesus Lizard, Pussy Galore, Boss Hog, The Breeders, Tad, The Wedding Present, Silverfish, Jon Spencer Blues Explosion, Union Carbide Productions, Fugazi, PJ Harvey, Nirvana, Superchunk, Screeching Weasel, The Fleshtones, The Amps, Veruca Salt, Cheap Trick, The Sadies, Low, Man or Astro-man?, Jawbreaker, Federation X, Magnolia Electric Co., Scott Weiland, The Wedding Present, Jarvis Cocker, Motorpsycho, Berri Txarrak y Ty Segall por mencionar sólo a unos pocos… Aunque también es cierto que se podría haber ahorrado el “The Weirdness” de los Stooges.

Habría que añadir al Steve Albini músico, a sus bandas: primero los seminales Big Black, después los efímeros Rapeman y, sobre todo, Shellac, con los que llevaba muchos lustros y estaban a punto de editar “To All Trains”. Un nuevo disco disco rompía con diez años de silencio discográfico, algo que por otro lado no era un inconveniente para que girasen un puñado de semanas al año con puntual y leal parada en el Primavera Sound.

Descanse en paz…